Otra semana más. Otros siete días en los que el coronavirus ha seguido afectando a multitud de personas y en los que no hemos podido continuar con nuestra vida normal.
Ha pasado la segunda semana de confinamiento oficial y para mí ha transcurrido de forma muy similar a la anterior.
La he afrontado con algo más de energía y poco a poco me voy acostumbrando a la situación. De nuevo he pasado la mayoría del tiempo realizando las tareas y trabajos que los profesores nos mandan diariamente y que me ocupan la mayor parte del día, aunque me he organizado mucho mejor y he podido estar algo más relajada. He empleado mis preciados momentos de descanso en organizar mi habitación, ver series y leer algunos libros que tenía pendientes. No he parado de hacer cosas y eso ha hecho que los días se me pasen bastante rápido.
Sin embargo, sigue siendo muy difícil estar aislados de los demás. Cada vez es más duro felicitar a las personas por sus cumpleaños sin poder darles un abrazo. No hay videollamadas ni internet que sustituyan una tarde con mis amigos o un paseo al aire libre.
Hace un mes si pensaba en este día me lo imaginaba lleno de ilusión, cargando con mi mochila para realizar el Camino de Santiago. Por desgracia,la situación es muy diferente y al igual que ese,se han cancelado muchos planes que tenía para este año.
Todo esto es bastante duro y me está llevando a reflexionar sobre todas las cosas de la vida que tenemos a nuestro alcance y no sabemos apreciar. Me está ayudando a disfrutar del tiempo en familia y hacer cosas que con la intensa rutina diaria es imposible. Pero sobre todo me está enseñando que muchas veces suceden cosas imprevisibles, situaciones que nunca había visualizado y por ello hay que aprovechar el momento.
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